El despido de la mayoría de los miembros de la Junta de Supervisión y Administración Financiera para Puerto Rico (FOMB) muy probablemente beneficiará a los bonistas de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE).
Los nuevos miembros tendrán que concentrarse en los desafíos fundamentales que enfrenta la AEE, entidad que enfrenta un proceso de quiebra.
Los ingresos de la AEE no son suficientes para cubrir las necesidades de mantenimiento, el proceso de privatización no ha generado los resultados esperados y las medidas de confiabilidad de la red eléctrica de la isla siguen empeorando.
Para poder enfrentar con éxito los retos presentes en el sistema, una nueva junta necesitaría conocimientos financieros y fiscales profundos, así como instintos sólidos en el aspecto político.
A principios de agosto, el presidente Donald Trump despidió a seis de los siete miembros de la Junta de Supervisión y Administración Financiera para Puerto Rico (FOMB, por sus siglas en inglés), marcando así la primera ocasión en que esto sucede en los diez años de historia de dicha entidad.
El fundamento legal para los despidos no está claro, pero la movida parece beneficiar a los bonistas de la Autoridad de Energía Eléctrica de Puerto Rico (AEE), quienes han estado exigiendo el repago de niveles más altos de deuda heredada en comparación con la última oferta de la junta, la cual implicaba pagar alrededor de $2.6 de los más de $10 mil millones de dólares de deuda heredada en bonos y otras obligaciones (sin incluir las pensiones).
Ante la magnitud de los problemas que aquejan a Puerto Rico, y especialmente a la AEE, asumir uno de estos cargos sin salario será todo menos sencillo. Ocho años después de que la AEE entró en el proceso de quiebra, el sistema eléctrico sigue enfrentando desafíos fundamentales:
Estos retos se ven agravados por la quiebra de la AEE y la incapacidad durante los últimos ocho años para encontrar una solución a la deuda heredada de $8.5 billones por concepto de bonos. La intensa controversia política en torno a la reestructuración de la deuda de PREPA surge de una realidad de fondo: la economía de Puerto Rico enfrenta un panorama frágil e incierto, y su recuperación depende de contar con un sistema eléctrico funcional. Aun así, ciertos bonistas insisten en estirar el proceso de quiebra al exigir el pago íntegro de la deuda, una solicitud que la propia jueza describió como “una fantasía, probablemente”.
Estos retos no se pueden enfrentar con una junta en actitud pasiva. Para poder enfrentar estos desafíos con éxito, una nueva junta necesitaría conocimientos financieros y fiscales profundos, así como instintos sólidos en el aspecto político. Entregar estos puestos como botín político será peligroso y tendrá serias repercusiones para quienes estén involucrados en el proceso de nombramiento. La junta enfrentará el escrutinio constante por parte de todos los sectores de la sociedad puertorriqueña, que en los últimos años han demostrado estar muy atentos a su funcionamiento y han exigido soluciones reales a la crisis del sistema eléctrico, considerada por muchos como el asunto político más importante en la isla.
No se ha dado a conocer públicamente el plazo para el nombramiento de los nuevos miembros de la FOMB.